De cuando en cuando hay que destruirlo todo,
pararse frente al espejo en medio de la noche
tratando de verse algo en las pupilas
para descubrir que están de vacaciones
bailando cerca del abismo
con una arpa desahuciadas.
De cuando en cuando
hay que recordar los puños,
romper los viejos ídolos
que estorban al caminar
al igual que unas agujetas cruzadas
antes de intentar correr sin dirección,
sabiendo que hemos perdido vida y esperanza
en esta ruta por la tierra.
De cuando en cuando
hay que apretar bien los dientes
hasta que sintamos que van a reventar,
mostrar orgullosamente lo amarillos que lucen,
abrir un poco la bocay aparentar que estamos sonriendo.
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